Chicuelito rememora la figura de Florencio Martínez Ruiz
Adiós a Florencio Martínez Ruiz, el escritor fascinado por su tierra
Florencio Martínez Ruiz (Alcalá de la Vega, 30-05-1930; Madrid, 7-02-2013) se nos fue para siempre el pasado 5 de febrero. Cuenca no podrá olvidar nunca a uno de sus mejores referentes culturales contemporáneos. Maestro, periodista, escritor y poeta de la primera línea nacional. Tuve la suerte de conocerle en estos últimos veinte años, aprendiendo de su gran magisterio periodístico, y compartiendo con él interminables charlas veraniegas, intercambiando libros y recortes de prensa. Seguí sus consejos y tuve la satisfacción de conocer sus gratas impresiones de mi labor periodística, animándole a publicar libros.
Su biografía es tan extensa como brillante. La Real Academia Conquense de Artes y Letras, a la que pertenecía, destaca en una nota biográfica que “Florencio Martínez Ruiz era uno de los principales puntales de la cultura literaria conquense y castellano-manchega. Nacido en la población conquense de Alcalá de la Vega en 1930, escritor, periodista y crítico literario había estudiado Latín, Humanidades, Filosofía y Teología en el Seminario de San Julián, Magisterio en la Escuela Normal Fray Luis de León de Cuenca y era graduado por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid.
Ingresó en el diario ABC para trabajar en “Los Domingos de ABC”, pasando luego a la Sección Cultural de la que acabaría siendo jefe. Responsable de “Mirador Literario” y de “Domingo Cultural” durante varios años, fue también, paralelamente, desde 1976 y hasta su desaparición, redactor-jefe de la revista Mundo Hispánico del Instituto de Cultura Hispánica.
Especializado en información cultural y en crítica literaria, ejerció tales funciones en publicaciones como Punta Europa, Reseña, El Magisterio Español, La Estafeta Literaria. Gaceta Ilustrada, Blanco y Negro y el propio ABC. También colaboró como crítico radiofónico y durante algún tiempo fue asesor en TVE de programas como “Encuentros con las letras” o “Las Cuatro Esquinas”; fue asimismo colaborador de la sección “Firmas”.
Desde 2003 dirigía la colección Atalaya de la Diputación de Cuenca. Entre sus libros publicados cabe destacar, la antología crítica La nueva poesía española, Cuaderno de la Merced, Nuevo Mester de Clerecía, Juan Alcaide en sus raíces, Siete Cipreses Conquenses, Poetas conquenses del 50: los niños de la guerra, Cuenca y los enconquensados, El Cabriel dormido, La Ciudad Encantada de Carmen de Burgos, Poetas en el vientre de la ballena (La primera generación conquense de posguerra), o Crónicas en la platina ardiente.
Pronunció su discurso de ingreso en la Real Academia Conquense de Artes y Letras – en la que ocupaba el sillón correspondiente a la letra X – el 13 de noviembre de 2001 con el título “Paz de Borbón, infanta ilustrada de España”.
FLORENCIO Y CUENCA, SIEMPRE CUENCA
Florencio siempre contaba su etapa en el Seminario de Cuenca junto a Carlos de la Rica y otros jóvenes seminaristas con inquietudes poéticas, con los que fundó la revista “Gárgola”. Dejó la sotana a punto de cantar misa para contar cosas desde otros púlpitos de la letra escrita, gracias a su talento literario. En Cuenca no podemos pasar por alto sus pregones de las fiestas de San Julián de 1972 y 1995, y muy especialmente el Pregón de la Semana Santa de 1989.
Fue un lujo para nuestra ciudad que todo un crítico literario de tanta altura llegase a las páginas de “El Día de Cuenca” en 1993, tras su paso por la “Gaceta Conquense”. Durante diez años se ocupó del suplemento semanal de cuatro páginas de “El Día Cultural”, aportando todos sus conocimientos de la cultura conquense, tan vasta y variada, digna de un trabajo enciclopédico de personajes conquenses y enconquensados. Una labor impagable y bien reconocida en el mundo literario conquense.
Su labor en pro de la Semana Santa de Cuenca, que él tanto prodigó en los foros nacionales, no sólo se centra en su reconocida pieza literaria nazarena de su Pregón, sino en su aportación sobre la presencia de García Lorca en nuestras procesiones, la famosa novela de González Blanco, en la que la Semana Santa conquense cobra fuerza desgarradora, y otras aportaciones sobre pintores y escultores –entre ellos Marco Pérez y Fausto Culebras— en el panorama nazareno local o en las páginas de ABC en la década de los 70 y 80.
Los premios y reconocimientos se acumulan en su amplio historial. Su desaparición deja un vacío en el mundo literario de Cuenca. Florencio, el escritor fascinado por su tierra, merece el homenaje de la Ciudad y de su Cultura y que su memoria se perpetúe con una calle que recuerde al “Escritor Florencio Martínez Ruiz”. Hasta siempre, maestro.
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